Málaga

Una fatal coincidencia: casi un año en prisión por pescar junto a narcos

  • Le acusaron de un delito contra la salud pública y se dictó su ingreso en el penal de Alhaurín

  • En 2017, la Audiencia Provincial dictó su inocencia 

Tomás Martínez, en una imagen reciente

Tomás Martínez, en una imagen reciente / Efe

Casi un año ha pasado en la prisión de Alhaurín de la Torre siendo inocente Tomás Martínez, un hombre de 48 años que una fatídica noche de 2010 practicaba su afición, la pesca, en una playa en la que dos bandas de narcotraficantes se disputaban un alijo de hachís.

La playa de Cabopino de Marbella fue el lugar elegido por Martínez para plantar sus cañas la noche del 21 de febrero de 2010, al mismo tiempo que llegaba a la costa una neumática negra cargada de fardos, una coincidencia que le ha acarreado muchas secuelas, psicológicas y sociales.

"Escucho ruido detrás de mí y, cuando me giro, tengo a unas nueve o diez personas de origen magrebí. Me quitan el móvil y me retienen en la silla. Me dicen que no me mueva, que van a hacer un trabajo y que cuando terminen se marcharán", ha relatado emocionado Martínez a Efe.

Así comenzó una pesadilla para Tomás y su familia. Esa noche, la descarga de bultos de hachís sucedió ante los ojos de numerosos guardias civiles, que vigilaban a los narcotraficantes, y una segunda banda que pretendía supuestamente robar el cargamento a la primera.

La irrupción de los agentes en la playa estuvo acompañada de tiros, recuerda Martínez. "Se empiezan a escuchar voces dando el alto y disparando, un caos de narcotraficantes corriendo y de guardias civiles detrás de ellos".

La operación se saldó con trece detenidos, entre ellos Tomás Martínez, que había ido esa noche a pescar, y cuya inocencia dictó en 2017 la Audiencia Provincial de Málaga tras pasar casi un año en prisión preventiva.

Acusado de "aguador", de avisar con sus cañas dónde tenía que entrar la embarcación, pasó primero 42 horas en el calabozo del cuartel de la Guardia Civil en Málaga.

De allí pasó al Juzgado de Instrucción número 4 de Marbella, donde se le acusó de un delito contra la salud pública y se dictó su ingreso en prisión, con una petición inicial de cuatro años y medio de cárcel que e fiscal elevó a siete años y medio y 13,5 millones de euros.

Relata con los ojos empañados su paso por la cárcel: "Allí la vivencia es dura, es un sitio conflictivo, hay que intentar sobrevivir, procurar no salir mal parado" y "estar allí intentando evitar conflictos con los presos y los funcionarios". En total, 356 días en los que su mujer y sus hijas eran las que le daban "fuerzas para seguir adelante".

Su paso por el penal de Alhaurín le ha dejado secuelas psicológicas que todavía intenta superar, ya que tiene diagnosticado un "trastorno adaptativo", tendrá que recibir tratamiento durante años, toma pastillas para dormir y sueña que está en prisión.

Los efectos a nivel social también se han hecho notar, y la familia ha perdido "muchas amistades" y "familiares que han prejuzgado", y nadie le contrata para trabajar. Por ello, la familia pide una indemnización de 218.000 euros por daños y perjuicios y critica la actuación de la Justicia.

Este largo proceso bajo secreto de sumario, ha supuesto más de siete años de espera para recibir la sentencia, y por el camino, la familia de Tomás ha perdido la vivienda, su coche y ha vivido de la "caridad" y del apoyo familiar, según ha relatado su esposa, Lorena Hernández.

A ello se añaden daños colaterales como ver a su marido como un "zombi", tomando pastillas, con "un trastorno adaptativo del sofá a la cama". Además, sus hijas, de 9 y 11 años de edad por aquel entonces, han sufrido acoso escolar por los constantes cambios de municipio.

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