Toros

Roca Rey abre una fácil Puerta de los Califas

Roca Rey sale a hombros por la Puerta de los Califas.

Roca Rey sale a hombros por la Puerta de los Califas. / Miguel Ángel Salas

Nos han vendido, y algún sector, por cierto mayoritario, lo ha comprado, que el toreo es estética ante todas las cosas. Concepto erróneo. El toreo debe de ser ante todo épica. Siempre fue la lucha entre la razón humana y la brutalidad animal. Hoy, el toro moderno que nos han impuesto, nos ha privado del verdadero sentido de este rito ancestral. El toro de hoy es anodino, previsible, carente de bravura, así como de todas las características que debe de tener ese último tótem vivo de la cultura mediterránea. Sin toro fiero y bravo la fiesta pierde muchos enteros y el espectáculo se resiente de una manera brutal. Lo malo es que nadie, absolutamente nadie, es capaz de inculcar a las nuevas generaciones ese sentido de la tauromaquia y estamos educando una nueva hornada de aficionados con un concepto totalmente equivocado, erróneo y sin sentido alguno.

Viene esta reflexión a la vista de lo ocurrido en la última corrida del mini ciclo ferial. El juego, pobre, de los toros llegados desde el campo charro propiedad de Domingo Hernández dieron al traste con la corrida estrella de la feria. Cierto es que Roca Rey descerrajó la Puerta Grande Califal, pero a pesar de ello, los pecados de la fiesta de hoy quedaron en evidencia, así como los pobres argumentos sobre los que hoy se sustenta.

Morante de la Puebla con la muleta. Morante de la Puebla con la muleta.

Morante de la Puebla con la muleta. / Miguel Ángel Salas

Abrió cartel Morante de la Puebla que sustituía al anunciado José María Manzanares. Una sustitución incompresible en un ciclo tan corto, donde el de la Puebla ya había tenido su oportunidad. ¿No había más toreros para ocupar el puesto vacante? No digo locales, que haberlos haylos, sino triunfadores en la reciente Feria de Abril de Sevilla, caso de Miguel Ángel Perera por citar algún nombre. Morante fue el que aprovechó la vacante, pero en ningún momento de la tarde justificó su inclusión en el cartel. Este Morante de hoy, es un personaje por José Antonio Morante Camacho, el Morante de antes gustaba más. Hoy son cuatro alharacas, cuatro detalles y poco más. Su compromiso es escaso. Su colocación ventajista y su toreo impostado, de abajo arriba, dicen recuperando tauromaquias pretéritas. Poco más que contar. En su primero estuvo aseado, con los pecados anteriormente citados, y en su segundo inhibido y apático.

Juan Ortega es un buen torero. Nadie lo duda. Tiene ritmo, cadencia, personalidad y temple natural. Pero ayer se encontró con toros muy contrarios a su estilo. En su primero, con el que no pudo lucir con el capote, le planteó un trasteo centrado con la mano derecha, pero el cornúpeta se rajó en el momento que se vio vencido, quedando todo en la nada. En su segundo, al que recibió a la verónica con majeza y buen gusto, le instrumentó una faena de más a menos, donde el toro, de poca codicia y bravura, frustró las ganas de triunfo. Una pena, pues Ortega traía ganas de agradar y tuvo siempre al público muy a su favor. Lástima.

Juan Ortega brinda uno de sus toros. Juan Ortega brinda uno de sus toros.

Juan Ortega brinda uno de sus toros. / Miguel Ángel Salas

Roca Rey se erigió el triunfador de la tarde. El peruano es ante todo un torero honrado que siempre sale a gustar al público y a triunfar. Tal vez su toreo no tenga ese duende y gracia que muchos le añoran, pero sí es cierto y verdad que Roca, siempre hace lo que sabe y lo que puede, y encima casi todas las tardes, lo propio de una figura máxima del toreo. En su primero estuvo solvente, en figura, muy por encima de su oponente. Cuajó un trasteo meritorio ante lo que se conoce como el medio toro. Acabó con alardes en las cercanías y como cobró una contundente estocada, cortó la primera oreja de la tarde. En su segundo, a la postre el único toro que se prestó al lucimiento, le enjaretó una faena en su estilo. Destacó sobre todo en las tandas con la diestra. Bajo al natural, molestado por el viento, pero hubo algunos largos y templados. Terminó de nuevo con alardes. La espada segura y certera despenó al torete. Dos orejas y puerta califal. ¿Excesivo? Posiblemente, pero es lo que hay, los que nos venden y la mayoría ha comprado. Mucha estética y poca épica.

Mención a parte el comportamiento del público. Córdoba ha perdido el norte. Toros impropios en presentación, voces a destiempo en los tendidos, una música ramplona y de baja calidad... ¿Aficionados? Cada vez menos. Estamos en tiempos de excesos y Los Califas no podría ser menos. El norte perdido y con poca esperanza de cobrar un nuevo rumbo.

El alcalde de Córdoba, José María Bellido, entrega el Trofeo Manolete a Roca Rey. El alcalde de Córdoba, José María Bellido, entrega el Trofeo Manolete a Roca Rey.

El alcalde de Córdoba, José María Bellido, entrega el Trofeo Manolete a Roca Rey. / Miguel Ángel Salas

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