Sin duda, la noticia de la semana ha sido el plumas de la marca Joma que lució Pedro Sanchez en Davos. Por 88 euros, el presidente del Gobierno de España se paseaba bien abrigado exhibiendo una marca de prendas deportivas de una empresa de Toledo, en medio, del templo del capitalismo. El abrigo está a punto de agotarse, sino lo ha hecho ya. Antes de eso, esta ciudad fue también la escenografía donde fue pensada la novela de Thomas Mann, La montaña mágica (1924) a 1.865 metros de altura, 300 metros por encima de la ciudad suiza de Davos, en el no menos mítico hotel Schatzalp. La novela de Mann, filosófica y total en el contexto de un sanatorio de tuberculosos también es una mirada lúcida a la burguesía de esa época. Sin embargo, la burguesía decadente que tanto nos atrae en la obra del gran escritor alemán ha sido sustituida por la muy testaruda realidad que nos provoca la reflexión sobre los problemas del mundo que se produce cada año en esta ciudad. Así, esta localidad es conocida por ser la sede del Foro Económico Mundial (World Economic Forum), también llamado ‘Foro de Davos’, en el que se reúnen desde 1971 los principales líderes empresariales, así como líderes políticos internacionales, periodistas e intelectuales selectos, a efectos de analizar los problemas más apremiantes que afronta el mundo, y entre ellos, la salud y el medio ambiente.

Entre las ideas interesantes y destacadas de este año estaba la presentación en sociedad de Javier Milei, el nuevo presidente argentino, con un discurso apasionado de defensa del liberalismo en un tono milenarista. “Estoy acá para decirles que Occidente está en peligro. En todo el mundo, los líderes que deben defender sus valores se encuentran cooptados por una visión del mundo que conduce al socialismo y a la pobreza. En las últimas décadas, motivados algunos por el deseo biempensante de querer ayudar al prójimo, y otros por el deseo de pertenecer a una casta privilegiada, los principales líderes del mundo occidental han abandonado la libertad por el llamado colectivismo, que es la causa de todos los problemas”.

En su discurso defendió el capitalismo, criticó la justicia social y los impuestos y defendió la vida, la libertad y la propiedad privada y el papel central del empresario en la vida social y económica. Todo ello frente a un Occidente en peligro en el que el neomarxismo se introduce en la universidad, la cultura y los organismos internacionales y que puede provocar el socialismo y la pobreza. Milei parece vivir en un mundo borgiano, el de ‘Ficciones’. Su liberalismo ‘exagerado’ le impide ver la realidad. Quizás entienda por socialismo, el ‘socialismo real’ que desapareció con la caída del muro de Berlín. En cualquier caso, si habla de la ‘socialismo democrático’ y, por tanto, de la socialdemocracia está lejos de dominar el mundo. Por ejemplo, en la Europa de los 27, apenas cinco gobiernos son de izquierdas. En América Latina el tema es más complejo. En cualquier caso, no es cierta la ecuación que socialdemocracia provoca pobreza. La experiencia de la socialdemocracia europea demostró que eso que afirma no es cierto. Ser liberal hoy, desde luego, es una opción política muy razonable en nuestras democracias. Sin embargo, el experimento Milei está por ver.

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