Si algo nos ha recordado la campaña electoral vasca es que tenemos un conflicto con la política y la memoria. La ideología y la estrategia impiden decir las palabras adecuadas para designar las cosas. La transición democrática y el ciclo de cuarenta años que siguió estableció cierta tregua en torno a los demonios familiares, en particular, la guerra civil y nuestra relación con el pasado. España buscaba reconciliarse entonces con un presente y un futuro democrático y para ello tenía claro el futuro de país hacia el que debía de caminar. Uno de los problemas de nuestra democracia es que ya no tenemos un proyecto de país compartido, ni una relación con nuestro pasado sobre la qué estemos de acuerdo. La coalición del gobierno con partidos independentistas genera, sin duda, este problema. Las elecciones vascas y catalanas nos ponen de manifiesto este problema.

Este asunto ha sido uno de los más relevante de la campaña electoral vasca cuando Pello Otxandiano, el candidato de EH Bildu a lehendakari, la noche del lunes en el programa Hora 25 de la SER fue preguntado sobre si, en su opinión, ETA fue un grupo terrorista. “ETA fue un grupo armado”, respondió. “Las consideraciones o las denominaciones pueden ser diversas”, añadió. Ante la insistencia del periodista, el candidato de EH Bildu —una coalición cuyo núcleo duro es Sortu, la marca heredera de Batasuna— respondió: “No me parece que esa sea una cuestión fundamental”. En una palabra, no reconoció simple y llanamente que ETA fue una banda terrorista y condenó sus actos con suma claridad para dejarlo claro ante las víctimas y la sociedad vasca. Días más tarde, Pello Otxandiano, afirmó en Radio Euskadi que, si con sus palabras sobre ETA —al evitar considerarla una organización “terrorista”— pudo “herir la sensibilidad de las víctimas”, pide “perdón”. El candidato también ha deseado que se saque el debate sobre el terrorismo “fuera de los intereses electoralistas”, aunque ha subrayado que la izquierda abertzale ha dado “pasos” hacia el reconocimiento de las víctimas.

El discurso en la campaña presentarse como un partido que se va a centrar más en la gestión de las necesidades de los ciudadanos, que, en conseguir la independencia, el de una normalización política propia de una nueva generación y, sin duda, el de atraer al votante de la izquierda tradicional, que, seguramente irá a parar a la EH Bildu. Con independencia del resultado electoral del domingo, su progresión en la política vasca es muy importante. Es evidente que, a pesar de la rectificación, la ambigüedad del candidato a lehendakari no es suficiente. Si quieren hacer política tienen y deben asumir con claridad el rechazo al terrorismo etarra y reconocer con claridad a las víctimas de ETA. Lo demás son circunloquios, juegos de palabras y eufemismos.

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