La mayor parte de mi larga vida profesional la he pasado en el sector inmobiliario; y nunca he conocido época en la que no se hablara del problema del acceso a la vivienda; y siempre he escuchado las mismas recetas y los mismos argumentos por parte de los políticos para su solución. Liberar el suelo para su construcción por parte de los liberales o la intervención gubernamental por parte de las izquierdas. Han pasado tres lustros que salí por jubilación de ese mercado y, por tanto, estoy fuera de juego. Percibo que torear en este coso es una osadía por mi parte. Pero lo que me sorprende es que los políticos actuales sigan saltando al ruedo con las mismas armas. Siguen con los mismos argumentos y las mismas soluciones que, por otra parte, han sido siempre voluntaristas, inconcretas e indefinidas en el tiempo.

En el año 2006, y perdonen que me cite, yo escribía en este mismo Zoco de Málaga Hoy: “Frecuentemente los problemas del sector inmobiliario, el encarecimiento continuado de los suelos, la inaccesibilidad de gran parte de la población a la vivienda, la especulación, el alto endeudamiento de las unidades familiares, el deterioro medioambiental, los modelos urbanísticos extensivos, confundidos generalmente con la corrupción, la propia corrupción en numerosos municipios, la financiación indebida de los ayuntamientos mediante las recalificaciones de suelo, y un largo etc., han estado presente en los medios de comunicación”. Ahora, sigue presente en los medios los desorbitados precios de la vivienda, que la hace inaccesible a la mayoría de la población que la necesita, así como el alto nivel de los alquileres, junto a los mismos problemas que yo exponía en mi artículo.

Hace poco leía un titular, proporcionado por el secretario general de los socialistas malagueños, Dani Pérez, que decía: “El Gobierno tiene que intervenir el mercado de la vivienda”, algo que me ha sorprendido porque nunca jamás el Gobierno, ya sea el central, el autonómico, ayuntamientos o diputaciones, ha dejado de intervenir, entre otras cosas, como es lógico y normal, porque el suelo nunca fue libre, ni la construcción, ni el uso al que se dedica. Y ahí es donde ha residido en parte uno de los problemas: la duración en el tiempo que las distintas administraciones tardan en poner los suelos en el mercado para su conversión en viviendas. En Andalucía hay todavía pueblos que llevan pendientes de aprobar el PGOU más de 20 años. En Málaga, independientemente de que se esté o no a favor de la actuación (he de recordar que yo escribí en contra del proyecto) la urbanización de los terrenos de Repsol lleva, si mal no recuerdo, casi otros 20 años en el candelero.

Otro de los argumentos, que a mí me hace mucha gracia, muy utilizado, y no solo por Dani, es el de la «expulsión» del centro de muchos malagueños. Es evidente que del centro son expulsados malagueños, madrileños barceloneses, parisinos, londinenses y cualquiera de los gentilicios de las ciudades en constante crecimiento, porque los suelos céntricos se agotan y, por tanto se encarecen en un proceso lógico y normal. El problema es que se tarden años en poner suelo urbano periférico en disposición de construir suficientes viviendas protegidas asequibles, en compra o en alquiler, para las clases económicamente más desfavorecidas de la sociedad.

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